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Las plantas deben estar bien alimentadas para que puedan crecer, desarrollarse y fructificar adecuadamente. Una suelo bien nutrido le proporciona a la planta los elementos “comida” que necesita para su crecimiento y desarrollo, pero también ayudan a que sean menos susceptible ante ataques de plagas o enfermedades, e incluso más resistentes ante un factor climático adverso.

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La salud de una planta depende en gran medida de las condiciones fisicoquímicas y biológicas del suelo. Si un suelo no cuenta con los elementos (nutrientes) disponibles para que la planta los absorba, esta planta se desarrollará con deficiencias, entonces las plantas tendrán las condiciones apropiadas de vulnerabilidad para ser atacadas por plagas y enfermedades, llegando a provocarle la muerte. Por esto es importante que el suelo esté sano, que cuente con mucha vida, que tenga suficiente materia orgánica para que se transforme en los nutrientes nutrientes necesarios. En caso que la planta requiera algún otro tipo de nutriente, se puede utilizar biofertilizantes orgánicos para poner a disposición de las plantas los nutrientes que necesitan de fácil absorción y asimilación por las plantas.

Las plantas bien nutridas cuentan con suficientes: aminoácidos, azúcares, enzimas, coenzimas, que colaboran para formar una barrera protectora que evita o ayuda a la planta ante el ataque de plagas o enfermedades. De igual forma los elementos como el cobre, boro, calcio, manganeso, magnesio y azufre que son elementos menos disponibles contribuyen al correcto funcionamiento a nivel fisiológico. Las plantas tienen diferentes etapas vegetativas en las que pueden ser más susceptibles al ataque de las plagas o enfermedades, por ejemplo, en la germinación y en la floración, esto se debe a que tienen una gran demanda de nutrientes y a su vez realizan el desdoblamiento de proteínas (proteolisis), por lo que en estas etapas es importante nutrirlas adecuadamente, en especial con los elementos menores (antes mencionados) para corregir su estado nutricional (proteosíntesis) y ayudar a que se recuperen rápido del daño causado por algún insecto y/o patógeno, incluso por algún factor climático. El uso de minerales o elementos menos disponibles ayudan a la recuperación de la planta, aunque depende mucho del nivel de daño que el agente patógeno y/o insecto haya causado, pues algunas veces el daño es irreversible.

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