Entre los abonos orgánicos se encuentran los siguientes: residuos vegetales, animales, de alimentos de la cocina, hojarasca, vermicomposta, estiércoles, microorganismos de montaña. Estos materiales deben ser procesados para que de un estado verde o fresco, entren en un proceso de de descomposición controlada. Estos procesos por lo general tienen la capacidad de mejorar las características físicas, químicas, biológicas y de fertilidad. Una vez incorporados al suelo se genera un impacto positivo que se refleja en un impacto directo en la producción, rendimiento y calidad de los cultivos. al incrementar la cantidad de materia orgánica en forma de abono orgánico se incrementa también la cantidad y la concentración de ácidos húmicos y ácidos fúlvicos que son benéficos para el suelo y para las plantas.
La calidad de un abono es medido por: la cantidad de nutrientes que aportan al suelo, la cantidad de microorganismos benéficos asociados, deberá de estar libre de malezas, libre de patógenos y que contribuyan a mejora la calidad al suelo. Algunos de los abonos pueden aplicarse directamente como estiércoles y microorganismos de montaña, en este caso los problemas antes mencionados pueden estar presentes, ya que los abonos o residuos al ser compostados por el calor que genera durante el proceso disminuyen o se eliminan esos problemas.