Un poco de historia Aunque el primer plaguicida, el DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano), fue sintetizado por primera vez en 1874 y usado como insecticida durante la Segunda Guerra Mundial, la necesidad que el ser humano ha tenido por controlar las plagas es, en realidad, histórica. Por ejemplo, en la antigüedad se usaba azufre para eliminar los hongos, según nos cuenta Homero; además, “el rey de Persia, Jerjes, usó las flores de piretro (crisantemos) como insecticida y los chinos utilizaron los arsenitos para el control de roedores y otras plagas, alrededor del primer milenio después de nuestra era”. Sin embargo, con la Revolución Industrial y con el crecimiento de la población en el mundo, las ciudades se hicieron más dependientes del campo para conseguir alimentos y el campo necesitaba mejorar su producción para satisfacer esas necesidades. Los remedios que se habían usado para las plagas pronto fueron insuficientes y se tuvo que buscar y encontrar una alternativa que fuera más eficiente: plaguicidas sintéticos. Pero ¿Qué pasa con los plaguicidas? ¿Por qué tantas personas se quejan de ellos, si contribuyen a que más personas tengan acceso al alimento que necesitan para vivir? El plaguicida que entra en tu casa En realidad, la ecuación es muy sencilla; el problema es que pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre el origen de nuestros alimentos. Los encontramos en el súper, en el mercado o en la tienda y ya está: al refri y luego al plato. Pero ¿has pensado qué pasa con el plaguicida que se puso en la planta en donde creció tu jitomate? Claro: acabó con la mosquita blanca y la larva que se lo quería comer, pero ¿y nada más? Si pensabas que, una vez acabada la plaga desaparece el plaguicida, sentimos decirte que estás en un error . ¡El plaguicida sigue ahí! Cualquiera diría, “bueno, lavas la planta y ya está” Claro, pero, y esa agua ¿a dónde va? Piensa en el campo, ese mismo que vio crecer la planta de tomate: regamos la planta, o llueve, el agua se lleva parte del plaguicida al suelo y, ¿adivina quién lo absorbe? ¡Sí! La misma planta que vio crecer al tomate que estabas por comer. ¿Qué opinas de lo que tiene tu ensalada? Ya no se ve tan saludable ¿o sí? Y bueno, por si fuera poco, las personas que trabajan en el campo y usan plaguicidas tienen que lidiar con ellos en proporciones mucho mayores, pues ellas lo aplican y viven en un entorno saturado con estos productos que están hechos para terminar con plagas comunes. En el mejor de los casos, usarán trajes especiales, mascarillas y guantes, pero la realidad de muchos trabajadores del campo, como los mexicanos, es que trabajan con la misma ropa con la que saldrían a jugar con sus hijos. Esta es la razón por la que estas personas suelen enfermarse más a consecuencia del uso de plaguicidas sintéticos. Casos más extremos, como el que se vivió en Bhopal, India, en 1984, tienen consecuencias catastróficas, las cuales hacen llamados importantes a la comunidad internacional, como el que hacemos hoy 3 de diciembre, que conmemoramos precisamente ese acontecimiento celebrando el Día internacional contra el uso de plaguicidas. Bhopal El 3 de diciembre de 1984 hubo un escape de gas tóxico, metil isocianato, en una planta que producía plaguicidas. El resultado del accidente fue 16 000 personas fallecidas y 500 000 con secuelas, las cuales con el tiempo sumaron más muertes, dándonos hoy una cifra de 25 000 muertes por el acontecimiento. Y, sin plaguicidas, ¿qué hacemos? Una de las apuestas que tenemos en El Humedal, es lograr que nuestro cultivos crezcan sanos sin necesidad de recurrir al uso de plaguicidas sintéticos. Para nosotros, lo más importante es reconocer que todos los seres tenemos un lugar en el planeta. En realidad, podemos decir que hay una plaga cuando la población de un organismo aumenta de forma desmedida, no el organismo en sí. Por eso, buscamos estrategias que permitan que esta forma de vida suceda, y que al mismo tiempo podamos disfrutar los frutos de nuestro trabajo. En segundo lugar, nos parece muy importante, antes que atacar a las plagas, observar cómo se comportan, cuáles son sus hábitos, cuándo llegaron, por dónde llegaron, etcétera. Si entendemos mejor sus comportamientos y necesidades, para nosotros es más fácil entablar un diálogo con ellas. Así, algunas de las estrategias que usamos son: platos de colores que son llamativos para ellas, no se trata de matar a todos los insectos, sino de regular su población. trampas de cerveza. Igual que los platos, nos ayudan a controlar las plagas cultivos que les puedan ser atractivos. De esta manera no los rechazamos, sino que les damos una alternativa que les pueda ser atractiva, para que liberen lo que nos interesa conservar para nosotros. ¿Quieres saber más? ¡Contáctanos! Con gusto te asesoramos REFERENCIAS Bhopal- Una trágica noche que dura ya más de 30 años. (n.d.). Universidad Pontificia Bolivariana. Retrieved December 3, 2021, from https://www.upb.edu.co/es/vida-universitaria/editorial-libreria/publicaciones/bhopal-una-tragica-noche-que-dura-ya-mas-de-30-anos del Puerto Rodríguez, A. M., Suárez Tamayo, S., & Palacio Estrada, D. E. (2014). Efectos de los plaguicidas sobre el ambiente y la salud. Revista Cubana de Higiene y Epidemiología., 3(52), 372-387.